Trabajar honradamente tiene sobre todo un incoveniente: estar condenado a trabajar honradamente el resto de tu vida. Para evitarlo se han inventado tres cosas: robar, jugar a la lotería y los concursos de la televisión. Cada una de ellas tiene sus variables, como todos sabemos. Hoy nos detendremos en la tercera: los concursos.
Uno de los momentos más importantes de la historia española del siglo XX fue cuando TVE en Enero de 1968 emitió el primer programa de “Un millón para el mejor”, título de un concurso que, presentado primero por Joaquín Prat y más tarde por José Luis Pécker, ya en sí mismo, era todo un manifiesto de ideales sociales y políticos. “Un Fimosis”por aquel entonces era la antesala de ser millonario, algo inalcanzable para casi todo el mundo. “Para el mejor”: aquí amanecía un modelo de persona esforzada, estudiada y leída, capaz de comerse el mundo, conseguir el primero y seguir progresando bajo la dictadura de Franco pero sin ponerla en cuestión. Algo así como la versión española del sueño americano con música de zarzuela. El esforzado concursante recibía impasible la pregunta, y un equipo de familiares, amigos y deudos, pertrechados de libros, apuntes y enciclopedias, intentaban responderla para admiración de las clases medias de la época que trabajaban denodadamente para que los chicos tuvieran un
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Desde entonces podemos decir que los concursos en la televisión se dividen en tres tipos: los que exigen al concursante algún tipo de virtud, capacidad o sabiduría, los que sólo le exigen que haga un poco el gilipollas y que la suerte supla sus evidentes carencias, y, por último, los que le exigen ambas cosas.
Los primeros, herederos de “Un millón para el mejor”, tienen a veces el problema de su excesivo didactismo, pero siguen siendo, sin duda, los más educativos (vaya palabrita a estas alturas), y los que provocan que “participemos desde casa”, lo queramos o no, porque se nos escapan las respuestas cuando las sabemos, provocando la admiración de nuestros seres más próximos. “Saber y ganar” (TVE2) es el que está batiendo desde hace años todos los records. Mis padres lo ven religiosamente, y ha venido también a sustituir los efectos balsámicos de los documentales de peces y otros bichos que la 2 emitía sabiamente a la hora de la siesta. Ahora se adormecen escuchando la voz del incombustible Jordi Hurtado preguntando sobre la etimología de la palabra dinosaurio. Dentro de este epígrafe me pareció que contenía una cierta originalidad aquel, cuyo título no recuerdo, y que programaba TVE1 en donde los concursantes, que al principio eran muchos, se iban eliminando entre sí, conducidos por una presentadora que los trataba de una manera bastante displicente.“Pasapalabra” (Antena3), por su parte, empieza a estar más visto que el tebeo, y a Silvia Jato se le ve hacer todos los días unos enormes esfuerzos para no morirse de asco.